José A. Callejón
4 min readJan 28, 2023

Un espigón santo en Balerma

© José A. Callejón
publicado en D-Lejitos

La pasada semana supimos a través de medios voceros del PP del poniente almeriense, y de sus cuentas en redes sociales, acerca del viaje realizado por vecinos desinformados de Balerma (por no decir mangoneados), a Madrid, para, a puertas del Congreso, protestar, incluso en competición con las estatuas de los leones, a un tal Pedro Sanchez haciendo oídos sordos al problema de la erosión por avance del mar en la costa del núcleo ejidense. Lástima que dicha excursión a la capital de España, coincidiera, casualidades de la vida, con la manifestación ultraderechista de PP y de Vox solicitando la dimisión del presidente del Gobierno, lo que perjudicó, desacreditó y desdibujó por completo la causa balermera entre soflamas y pataletas franquistas. De modo, que hay que ir otra vez (en julio, ya habrá lotería de Navidad en doña Manolita).

Centrándome en dicho asunto de la playa, más complejo de lo que pareciera escuchando el argumentario de tertulias de bar, de taller mecánico, o de peluquería, soy más bien partidario de respetar los informes de los ingenieros especializados de Costas que ya han desestimado por activa y por pasiva la fantasía de empotrar espigones en nuestra playa; por algo será. Haciendo caso omiso, el asunto ha sido aprovechado con malicia por un «preocupadísimo» alcalde de Dalías haciendo cábalas, ya nos enteraremos, por y para qué. Más, puestos a politizar el tema, aún estoy esperando que al señor Moreno Bonilla, presidente de la Junta de Andalucía, también se le exija la dimisión. (Me dicen que no, que perro no come perro).

Cuando se exige de forma tan acérrima medidas de la envergadura de un espigón, es porque se disponen, insisto, de estudios e informes técnicos que lo avalan, que han consensuado los pros (eficacia) y los contras medioambientales. Pero ahora resulta que cualquiera en un bar, o en un taller, o en una peluquería, o en una capilla de Dalías, sabe más que los especialistas; se nota que nos han cogido manía. (Y no van a ser más que nosotros los de Balanegra, con el dineral que le estamos sacando este año a los pimientos).

Lo sorprendente, lo contradictorio, es que ni voceros, ni asesores de Facebook, ni excursionistas se plantean investigar qué pudiera haberse hecho mal en los últimos tiempos para que Balerma se encuentre en esta situación de pérdida acelerada de playa; saber lo que se hace mal, es importante, y ahí, es cuando el debate tabú de la posible relación del impacto medioambiental de una desaladora en Balanegra incomoda. (Qué pedante, Pepe, solo faltaría que aportaras documentación científica al respecto).

Da igual, los veraneantes dalienses seguirán erre que erre encomendándonos a un espigón. Y con las elecciones municipales a la vuelta de la esquina, sus candidatos del PP ya se han apropiado de la preocupación vecinal señalando a Pedro Sánchez como el único y gran culpable. «¡Pues iremos a Bruselas!» amenazan los cerebros pensantes. (Saludos a Puigdemont de mi parte).

El alcalde daliense, que ha llegado a tal cargo como ha llegado, a pesar de su vergonzosa etapa en la oposición basada en la religión, en la promoción a través de la Diputación de un holgazán pedófilo canonizado, y en el uso ruin de la imagen del Santo Cristo de la Luz contra el anterior alcalde adversario del PSOE, y que en la actualidad se pasa el tiempo especulando con los votos que le garantizarán su permanencia en la alcaldía comiéndole la oreja un día sí otro también a los abuelos que pilla en la residencia de la tercera edad, u organizando verbenas con el santoral en mano, debería, en lo que al tema de agua se refiere, dar ejemplo con una gestión transparente en su pueblo, y ya puesto, desde el puesto de alcalde, hacer algo por que el aspecto de abandono del arroyo de Celín y todo su entorno natural dejen de dar tanta pena.

Por su parte, los colegas del PP de Balerma, deberán preguntarse en algún momento qué afana el meapilas evangelizador tras ese vehemente apoyo «fotografiándose junto a ellos» en la reivindicación de espigones que, poniéndonos optimistas, todos sabemos muy bien que le iban a durar al poniente menos que una bandeja de merengues en la sede del Partido Popular de Dalías.

Bromas aparte, pues el tema bien merece ser abordado con seriedad, reconozco igualmente, todo hay que decirlo, que, quizás, que tal vez, se me escapaba un factor que lo pudiera cambiar todo y que no he tenido muy en cuenta hasta ahora: la colocación en el extremo del espigón de una estatua gigantesca del Padre Rubio desnudo con los brazos abiertos, midiendo la perfección, a lo Hombre de Vitruvio de Leonardo da Vinci, o de Leonardo DiCaprio en Titanic (más para PALetos y PPeros), frenando las olas comunistas so hijas de puta. Entonces sí.

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Doctorando en Ciencias Humanas y Sociales. Especialidad Lengua y Literatura por la Universidad de Almería. Licenciado en Arte Dramático Actor & Locutor.

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