Las tres amenazas que ponen en riesgo la supervivencia del centollo
La Unión Internacional para la Conservación de la Naturaleza (UICN) incluye la centolla patagónica entre las especies en peligro de desaparición a causa de la gran explotación o la pesca masiva.
En los últimos años, el gobierno chileno sólo permite ya su captura entre los meses de diciembre y de abril según las zonas en las que se encuentre, siendo obligatorio respetar un tamaño mínimo en su captura, así como bolear al mar a las hembras para que puedan reproducirse en época de verano, estación en la que está prohibida la pesca de centollos.
El centollo (maja squinado o maia squinado) es un crustáceo perteneciente al grupo de los braquiuros y los decápodos, familia de los cangrejos, con parecidas características morfológicas, aunque a diferencia de aquellos, habita en las profundidades arenosas «frías» de gran vegetación en donde crecen las gorgonias, entre la que se camuflan para protegerse de sus depredadores (tortugas marinas, nutrias y pulpos).
El cambio climático es, junto a los devastadores marinos y a los explotadores humanos, la tercera causa nefasta que está afectando a la supervivencia de estos crustáceos de agua fría. Al mismo tiempo, el ascenso de temperatura en los fondos oceánicos del agua ha disparado las tasas de mortalidad de posidonia en algunas zonas del Mediterráneo exponiendo a toda la cadena biológica.
En Europa, las colonias de centollos moran en los bajíos del Atlántico, del Mediterráneo (y del Cantábrico) hasta los 150 metros de profundidad. El centollo gallego de aspecto menos pálido que el francés, es uno de los más apreciados en la cocina.
Como su precio, siempre muy elevado por el poco aprovechamiento que puede hacerse de cada pieza, no experimenta subidas desorbitadas en las fechas navideñas igual que ocurre con otros mariscos, a muchos fachas les encanta roerlo en sus cenas entrañables, acompañado de una botella de vino blanco fresquito de categoría.